Toda relación de pareja pasa por distintas etapas, que se refleja en la forma en la que ambos experimentan y expresan sus emociones.
Muchos sin embargo olvidan este dato y piensan por eso que mantener la pasión y el amor es tratar de vivir lo mismo que se experimentó durante el enamoramiento o etapa inicial de la atracción, donde el goce de las sensaciones corporales y emocionales parecía ser tan intenso.
Sin embargo, esto es una ilusión sin sentido. Nada hay tan ficticio y pasajero como el enamoramiento. Las sensaciones de los enamorados son sólo el fruto de unas sustancias llamadas feromonas, que duran en el cuerpo máximo 3 años, y que nos hacen sentir agrado, no por la persona en sí, sino por la excitación que esa persona causa en nosotros cuando nos acaricia, o está a nuestro lado.
En cambio, las sensaciones de bienestar y agrado que provienen de la intimidad, es decir, de la unión profunda de quienes se aman realmente, es intensa, y en vez de agotarse, puede siempre crecer.
Fomentar la intimidad es crear un ámbito de convivencia donde cada cual puede ser él mismo, expresar sus sentimientos, tener la sensación de que el otro realmente lo entiende, al tiempo que experimenta una vida sexual placentera.
La clave entonces de un matrimonio feliz está en que los dos se dan la tarea de cultivar y proteger el tesoro de su intimidad. Y puesto que se trata de una continua aceptación y descubrimiento del otro, tal cual es, no hay reglas universales, sino que cada pareja debe poder encontrar su propio camino a la intimidad.
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